El incremento de las olas de calor prolongadas en España ha evidenciado un desafío en aumento: la pobreza energética durante el verano. Hogares vulnerables se encuentran sin medios para mantener una temperatura fresca en sus viviendas, enfrentándose a la difícil decisión de soportar el calor extremo o asumir costos de electricidad inasequibles.
Históricamente, la pobreza energética se vinculaba a la dificultad para calentar los hogares durante el invierno. Sin embargo, el cambio climático ha ampliado el problema, transformando la incapacidad de costear la climatización en verano en un riesgo directo para la salud de personas mayores, niños y enfermos crónicos. La exposición al calor extremo sin acceso a medios de refrigeración puede derivar en golpes de calor, deshidratación y complicaciones médicas graves.
Vulnerabilidad económica y social frente al calor
La pobreza energética estival combina dos dimensiones de vulnerabilidad. Por un lado, la económica, relacionada con la imposibilidad de pagar facturas de electricidad cada vez más altas durante los meses de calor. Por otro, la social, ya que afecta con mayor intensidad a hogares con menos recursos, familias monoparentales encabezadas por mujeres y personas que viven en viviendas mal aisladas o con instalaciones insuficientes para enfrentar el calor.
Este fenómeno evidencia la necesidad de abordar la energía como un derecho básico, estrechamente vinculado a la salud, el bienestar y la dignidad de las personas, y no simplemente como un bien de consumo.
Soluciones locales y comunitarias
Frente a este desafío, surgen respuestas desde lo local y lo comunitario. Varios municipios y organizaciones sociales desarrollan programas de rehabilitación energética que incluyen la instalación de sistemas de aislamiento y mejoras en la eficiencia de las viviendas, reduciendo la dependencia del aire acondicionado. Otras iniciativas proporcionan kits de eficiencia, como bombillas de bajo consumo y ventiladores, así como asesoramiento para optimizar el uso de la energía sin sacrificar el confort.
El cambio hacia energías renovables y la equidad social
Luchar contra la pobreza energética necesita de acciones estructurales que excedan la ayuda temporal. Es fundamental fortalecer la protección de los consumidores vulnerables, asegurar acceso a viviendas adecuadamente equipadas y fomentar políticas de eficiencia energética que contemplen a los sectores más desfavorecidos.
La transición ecológica, para ser justa y efectiva, debe integrar a quienes sufren desigualdad energética, asegurando que el acceso a la energía sea universal y que las estrategias de adaptación al cambio climático no dejen atrás a las familias más expuestas al calor extremo. La manera en que se enfrente este reto será un indicador del compromiso social y del enfoque humano de las políticas climáticas y energéticas en el país.
